De Edgar Cherubini Lecuna
Antes de hablar de la artista suizo-costarricense Carolina Guillermet* (1979) y de sus propuestas en desarrollo, me parece oportuno asomarnos por unos instantes en el universo de la abstracción, tendencia que transformó la visión del mundo a través del arte. En primer lugar, recurro a Kathleen Hall, estudiosa de esta corriente quien, al referirse al surgimiento del Arte Abstracto a finales del siglo XIX y especialmente a los padres fundadores del movimiento, Wassily Kandinsky, Frantisek Kupka, Piet Mondrian y Kazimer Malevich, expresa que esos artistas se sintieron los mensajeros de un mundo metafísico y comunicar este conocimiento se convirtió en el objetivo de su arte. El lenguaje con el que estos artistas tradujeron su visión de ese mundo fue la abstracción: “eran escribas que pintaban lo que no se podía decir con palabras”.[1]
Con su obra Composición en Rojo, Azul y Amarillo (1930), Piet Mondrian utiliza solamente líneas rectas y colores básicos. Mondrian había leído con avidez los ensayos teosóficos de Blavatsky (1831-1891) y Mathieu Schoenmaekers (1915), en los que este último argumentaba: “Los dos extremos absolutos fundamentales que conforman nuestro planeta son: la línea de fuerza horizontal, es decir, la trayectoria de la Tierra alrededor del Sol, y el movimiento vertical y profundamente espacial de los rayos que tiene su origen en el centro del sol. Los tres colores principales son el amarillo, el azul y el rojo. No existen más colores que ellos”. Mondrian adoptó las formas geométricas y los colores primarios para representar la compleja estructura del universo.
Por su parte, Auguste Herbin (1882–1960) comienza a elaborar sus obras enteramente geométricas a partir de un código inventado por él y que denominó Alphabet Plastique, estableciendo correspondencias entre las letras del alfabeto, los colores, las formas geométricas y las notas musicales. El artista afirmaba que los colores por sí mismos tienen “poder espacial”.[2]
Cito a Herbin, ya que la artista Carolina Guillermet, en el proceso de
construcción de su discurso, expresa que “utiliza el color y la forma para construir un vocabulario abstracto, cuyos efectos sugieren una especie de ‘arquitectura emocional’, tanto espacial como sensorial, que se relaciona con la interacción de patrones y ritmos para extraer diferentes percepciones de luz, volumen, e incluso provocar respuestas sinestésicas a través de sus combinaciones”. Eso es lo que propone en sus pinturas, elaboradas con superficies y colores. De esa manera, los elementos geométricos crean tensiones, ya que los colores planos crean efectos cromáticos de espacio y vibración, las composiciones geométricas forman estructuras que recuerdan construcciones o formas arquitectónicas. “Creo en la construcción meditativa de lo visible y, en el planteamiento del color, veo una posibilidad de jugar con afectos que no son coartadas por un exceso de racionalidad”, expresa la artista cuando se propone modificar la percepción de los colores mediante los contrastes que interactúan en sus diseños. Los valores cromáticos y estructurales de su abstracción geométrica son los recursos que utiliza para crear un lenguaje autónomo con el que comunica sus percepciones.
La artista no duda en citar como sus referentes a Johannes Ittens y Josef Albers, ambas figuras importantes de la Bauhaus. Ittens desarrolló una teoría sobre los tipos de contrastes posibles que se producen entre los diferentes colores y para comprenderlos mejor, creó el Círculo Cromático, una forma de organizar los colores del espectro visible según un orden correlativo. Mientras que Albers, conocido por sus emblemáticas pinturas Homenaje al cuadrado (Homage to the Square), estudió el fenómeno derivado de la simultaneidad e interacción de los colores: “El contraste simultáneo no es solo un fenómeno óptico curioso, es el corazón de la pintura”.
La articulación de las contradicciones, así titula Guillermet este conjunto de obras en las que utiliza diferentes materiales y técnicas para lograr niveles de saturación, luminosidad y temperatura del color para articular sus diseños abstractos. En sus acrílicos sobre tela cuando yuxtapone los colores logra un alto contraste visual. Mientras que, en sus acrílicos y guaches sobre papel, así como en las serigrafías, la fuerza de expresión del contraste del color puro va disminuyendo a medida que emplea colores que se alejan de los tres colores primarios. Saturación, contrastes y valores tonales en los que la vista y percepciones del observador buscan articular contradicciones hasta lograr un equilibrio dentro de la abstracción.
* Carolina Guillermet presenta del 12 de junio al 12 de julio de 2019 la exposicón “La articulación de las contradicciones” en el Museo Calderón Guardia de San José, Costa Rica.
[1] Kathleen Hall, Theosophy and the Emergence of Modern Abstract Art, TF Magazine, 2012, EE UU.
[2] Herbin, Auguste et Perazzone, Christian, L’art non figuratif-non objectif. Editeur Hermann, 2013, France.