Curator | Isabel Tejeda Martín
José de la Mano | Madrid | España
La exposición apuesta por la recuperación de la figura artística olvidada de Lola Bosshard (Valencia, 1922-Thalwil, Suiza, 2012) y se presenta como un hito significativo al ser el primer trabajo que investiga y analiza en profundidad a esta pintora ‘secreta’ después de descubrirse en Valencia una parte sustancial de su legado inédito.
La exposición no solo celebra la obra de Lola Bosshard, sino que también destaca el papel fundamental de las mujeres en la historia del arte, desafiando los estereotipos y prejuicios de su época. Esta muestra ofrece una mirada profunda y reveladora a una artista que merece ser reconocida y valorada en toda su grandeza, así como a muchas otras cuyas contribuciones han sido olvidadas por mucho tiempo.
El catálogo de la exposición, elaborado por Isabel Tejeda, explora a fondo el contexto en el que vivieron estas mujeres y la ardua tarea de rastrear a las artistas de esa época. El texto nos revela cómo, entre 2015 y 2018, mientras preparaba una exposición para el IVAM que reunía el trabajo de artistas valencianas activas desde los años 20 hasta los 80 del siglo XX, las referencias a estas creadoras en la historiografía eran notoriamente escasas. Esta invisibilidad era particularmente evidente entre las artistas que trabajaron durante el franquismo y aún más notable entre aquellas que mantuvieron cierta visibilidad en las décadas de los 60 y 70. Con el beneficio del tiempo, resulta aún más impactante destacar la aguda invisibilidad de aquellas que fueron pioneras en la adopción de lenguajes o discursos artísticos que la crítica no supo apreciar.
La vida de Lola Bosshard se caracteriza por una formación en Valencia durante la posguerra, seguida de estudios en Zúrich y París. Estudió en la Kunstgewerbeschule de Zúrich, una institución de artes aplicadas, donde tuvo la oportunidad de aprender de figuras como Yaacov Agam. En París, fue discípula de André Lhote y Fernand Léger. En la década de los 60, regresó a Valencia y participó en diversas exposiciones colectivas y personales. Su trabajo evolucionó desde un informalismo gestual hacia la abstracción geométrica, marcando un cambio significativo en su paleta y lenguaje a finales de esa década.
Bosshard experimentó con bandas de color simples, minimalistas y reduccionistas en cuanto a la forma. Algunas de sus obras gestionan la superficie de la tela con cuatro planos, utilizando la horizontalidad o verticalidad. Además, exploró telas monocromáticas y, en un momento, se aventuró a trabajar con el blanco sobre blanco, aunque no quedó completamente satisfecha con el resultado.
La obra de Bosshard se caracteriza por su aparente simplicidad, con planos de color que distribuyen geométricamente la superficie pictórica en su bidimensionalidad. Sus influencias pueden rastrearse hasta el grado cero de la pintura de Malevich y los monocromos de Rodchenko. Su conexión con el Minimalismo es evidente en su declaración de que la “literatura en la pintura” le resultaba irritante.
En 1967, Bosshard irrumpió en la escena artística con una exhibición innovadora en la galería Edurne de Madrid. En esta muestra, Bosshard desplegó grandes lienzos monocromáticos y campos de color, logrando establecer un diálogo visual y ambiental verdaderamente singular. Este acontecimiento se convirtió en un punto de referencia fundamental en la historia del arte en España, y es ampliamente reconocido como posiblemente la primera exposición de pintura ambientalista en el país.
Este mismo año fue invitada a participar en la exposición “Arte Objetivo” en la Sala de Exposiciones de la Dirección General de Bellas Artes, curada por Ángel Crespo. Ese mismo año, bajo la curaduría de Aguirre, participó en la segunda edición de “Nueva Generación.”
A partir de mediados de la década de los 70, Bosshard se alejó de la escena artística y redujo su participación en actividades culturales, lo que probablemente estuvo relacionado con la larga y grave enfermedad de su madre. Finalmente, tras el fallecimiento de su madre en 1985, se trasladó definitivamente a Suiza, donde continuó exponiendo regularmente.