9/10 – 29/11 2020
Obra gráfica 1967-1994
Curator | Alfonso de la Torre
Museo Francisco Sobrino | Guadalajara | España
La dedicación de Salvador Victoria Marz (Rubielos de Mora, Teruel, 1928-Alcalá de Henares, Madrid, 1994) al arte gráfico no constituyó, como se muestra en la exposición “Salvador Victoria: espacios detenidos [obra gráfica 1967-1994]”, un capítulo más de su quehacer, un apartado de obra menor, ni, menos aún, un mero acompañante de sus trabajos sobre lienzo.
Desde las enseñanzas en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, en Valencia, a finales de los cuarenta, recibidas del grabador Ernesto Furió Navarro, el interés de Victoria por la serigrafía tuvo origen en su estancia en París mediada la década de los cincuenta, donde la serigrafía recibió un gran impulso a partir de la postguerra mundial gracias a talleres entonces muy activos como el de Wifredo Arcay y las ediciones de la Galerie Denise René. Eusebio Sempere, buen amigo –ya desde París- de los Victoria, aprendió en ese contexto la técnica serigráfica, exportada hacia España en 1960 como una novedad con extraordinaria visibilidad con el trabajo junto a Abel Martín, en las ediciones del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, a partir de 1963. A ello hay que sumar la consabida tradición editora emprendida casi a la par en la Comunidad Valenciana, debiendo citarse la actividad de Ibero Suiza, con quien también colaboró Salvador Victoria.
Cumpliéndose veinticinco años del fallecimiento de este pintor amante de la obra sobre papel, voz baja capaz de decir grandes cosas, buscador de los efectos producidos al realizar hendidos con el tórculo en los papeles, de las superposiciones y gofrados o del collage con papeles y cartones, debe mencionarse que fue Victoria un verdadero elogiador de la investigación de los medios expresivos gráficos, también del pintar sobre papel, emblema de la contemporaneidad desde los cubistas. Así, durante casi tres décadas, desde 1967, Victoria acometería los primeros trabajos gráficos, entonces serigrafías y litografías, luego aguafuertes y aguatintas, hasta componer un corpus de unas ciento veinte obras estampadas a lo largo de su trayectoria. Los testimonios de sus grabadores o serígrafos, revelan un entusiasmo desbordante en cada nuevo trabajo iniciado, y un espíritu ansioso por conocer cada día más sobre la técnica que afrontaba. Lo que explica que algunos de los ejemplares de la exposición fueran realizados en su totalidad por el artista.
Las serigrafías fueron editadas a partir de 1967, en su comienzo en el taller valenciano familiar de Ramón Victoria, “Vima”, un taller de vocación industrial en donde el artista halló la posibilidad de un camino diferente, luego en estrecha colaboración con el serígrafo Ángel López.
Junto a ello, litografías y aguafuertes, las primeras (desde 1970) de la mano del maestro litógrafo Dimitri Papagueorguiu, con quien coincidiera en la Biennale de Paris (1961), grabador de la generación abstracta. En cuanto a su trabajo al aguafuerte, realizado desde temprano, debe mencionarse, por su intensidad y colaboración continuada, a Jafar T. Kaki. También conviene recordar que Victoria tuvo su propio taller gráfico, en el que estampó algunos aguafuertes de la exposición.
Fueron numerosos los talleres que estamparon obra grabada de Salvador Victoria, cronológicamente: Ángel López, Grupo Quince, Pepe Bofarull, José Luis Fajardo, Mónica Gener o Taller del Val(Teo Dietrich Mann e Ignacio Díez), entre otros editores. Además de las numerosas ediciones emprendidas por el propio artista: Cortes de Aragón, Galería EEGEE-3, Galería Juana Mordó, Galería Rafael Colomer, Galería Sen, Arte-10, Colegio de Médicos de Madrid, Diputación Provincial de Teruel, Ibercaja, Iberia, Ministerio de Trabajo o Promociones Culturales del País Valenciano. Obvio es señalar que de la anterior lectura de talleres y editores se colige buena parte de la historia reciente del arte contemporáneo español.
Sobre su amistad con Dimitri Papagueorguiu, y su aprendizaje de las técnicas litográficas, Dimitri refirió en 1988 que Victoria “quedó entusiasmado con la técnica de la litografía, desde pulir con arena la piedra hasta manchar con tintas y colores y ver el resultado final de las pruebas. Una nueva materia para él, con la que luchó, borraba la imagen y comenzaba otra, como un aragonés que quería llevar la visión de sus imágenes a la perfección […] un mundo que pretendía crear desde la Nada un Universo”. Frente a la planicie de la serigrafía, estas primeras litografías (1970) de Victoria con Dimitri, como le sucederá con los diversos aguafuertes grabados con Jafar T. Kaki, tienen un aire hondo, intenso, casi de paisaje sumergido en la noche. Si mencionado queda su trabajo serigráfico, y el litográfico con Dimitri, unas líneas deben recordar el pionero realizado por el Grupo Quince, creado en 1971. Dirigido el taller por Dimitri Papagueorguiu y luego por Antonio Lorenzo, participaron en el Grupo Quince grabadores como Don Herbert u Óscar Manesi, en una aventura que fue fundamental en el desarrollo y difusión del arte español hasta su desaparición a finales de los ochenta.
En la exposición se muestra la carpeta Espacios detenidos, de la que toma el título, conjunto serigráfico editado por la Galería Juana Mordó en 1969, con poema de Jules Supervieille, elogiador de silencios y eternidades, al año siguiente de su exposición individual en dicha galería. Otros ejemplares gráficos ilustrarían textos literarios de autores como José Hierro (5 poemas de agenda, 1988) o Vaclav Havel (La tentación, 1990). En este punto también deben citarse las ediciones en múltiple de collages, cuidadosamente editados, como es el caso del hermoso collage en papeles de seda que acompañaba a la exposición Collages. Obra gráfica (Galería Da Vinci, Madrid, 1969) o ejemplares gofrados realizados en el Taller del Val, mostrados en la exposición, siempre proclive a tiradas cortas, en ocasiones incluso en ejemplares únicos. En este punto debe señalarse la exposición que, sobre su obra grabada, realizó en 1998 el Museo del Grabado Español Contemporáneo de Marbella.
Una coda final a este viaje de la obra grabada en paralelo a su obra pintada para mencionar su tipofilia, amor por su trabajo acompañando libros, colaborando con ilustraciones, o los muy hermosos carteles realizados en serigrafía para sus exposiciones, o las de otros, o ciertos verdaderos alardes bibliográficos como el catálogo de su exposición individual en Juana Mordó (1968), realizado también en “Vima”, escrito por Antonio Lorenzo y cuya cubierta era serigráfica, inclusive con hendidos o huecos, portando, además, una serigrafía conmemorativa en tirada limitada. Carteles serigráficos, la mayoría bellísimos, en especial los realizados también coincidiendo con sus individuales en Juana Mordó y el ya casi mítico con ocasión de la exposición dedicada a Eiffel (Propac-Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Madrid, 1973), melancólico pareciere, casi alusivo a la historia del pasado parisino del artista.
Pintor de planicies y círculos, sol naciente (como se titula uno de los grabados), mas tentador de los relieves, fue Salvador Victoria creador de una obra grabada muy singular, temprana emuladora de sus superposiciones mediante el trasvase a tintas evocadoras del collage, papeles en horizonte de suprematista. Serigrafías, litografías o aguafuertes que acompañarían su transcurso pictórico a veces más geométrico, otrora suspendido, siempre de extraordinaria hondura poética.
Alfonso de la Torre