A veces, suceden encuentros que resultan sobrecogedores, bien por su belleza estética, bien por su misterio subyacente, de manera inmediata, se establece una conexión, un dialogo “mágico” entre el espectador y la obra que contempla. El destino, muestra puntualmente las cosas en el momento adecuado, cuando estamos preparados para apreciarlas.
En este caso me estoy refiriendo al trabajo del artista Julián Casado (1928-2014). Su pintura abstracto-mística, no ha dejado impasible la retina y el interior de quien esto escribe, obra que descubrí en el día de hoy, y artista con quien de alguna manera encontré nexos de unión con mi obra.
La intención principal de Casado mediante su pintura era la de hacer apostolado de sus creencias espirituales mediante la pintura, realizándolo, intuyo, de la manera más hermosa; mediante una gran dosis de Amor y desprendimiento hacia el espectador.
Sus obras, a mi modo de entender, se pueden considerar iconos, tal vez oraciones que además representan una forma expresión artística individual y propia.
El desarrollo de su técnica y estilo altamente personales, trabajos precisos, calculados matemáticamente, mediante una meticulosa técnica muy sofisticada de degradaciones de colores, le convierten en un artista muy adelantado al periodo que le toco vivir, un pionero dentro de la Geometría Abstracta más innovadora que se estaba realizando en Europa a primeros de los 70, más próximo en cuanto a planteamientos a la Geometría Abstracta Sensible que se desarrollaba en América Latina que a la Geometría Abstracta del resto de Europa.
En la actualidad pueden dirigirse a la página web www.juliancasado.es donde hay un muy amplio catálogo e información sobre su obra y vida.