13/9 – 15/12 2018
R.O. Proyectos | Madrid | España
Para el espacio RO Proyectos, el galerista Rafael Ortiz ha querido centrarse en la producción que Buch realizó en la década de los setenta, época de trabajo intenso, cuando, tras diez años sin pintar, la artista tenía inquietudes investigadoras, siempre dentro de la abstracción geométrica y contando con el poso que dejó su paso por la Escuela de Ulm. La obra más antigua que se presenta en esta muestra data de 1973 y se trata de una tabla donde Buch se centra en el estudio de la interrelación forma-color. La verdadera gran eclosión de su trabajo fue en 1975, con una amplia realización de tablas de 48 x 48 cm., algunas de ellas de carácter óptico-cinético. El papel es el segundo de los soportes sobre el que trabajó durante estos años, principalmente de 1976 a 1979, en composiciones realizadas con acrílico muy diluido donde consigue un trabajo exquisito de formas modulares, algunas de ellas cinéticas y otras dentro de las denominadas figuras imposibles. Monika Buch explica del siguiente modo la producción realizada en esos años: “En el trabajo que hago desde 1972 (desde que terminé mis estudios en la universidad de Utrecht) son sobre todo las gamas de colores las que predominan. Los colores pasan casi siempre de claro a oscuro o viceversa. La diferencia entre un color y el siguiente no se pueden percibir directamente, ya que la diferencia es mínima. Si hay algún salto este se puede ver solamente cuando has hecho los pasos siguientes. Para determinar la diferencia entre un color y el siguiente utilizo un elemento geométrico pequeño con el que construyo una estructura o un diseño geométrico, para esto encuentro inspiración en la geometría dinámica de Hermann von Baravalle”.
La obra de Monika Buch se fundamenta en lo que aprendió en la HfG. En palabras de la propia artista: “Siempre parto de una idea o una pregunta que quiero resolver. Me interesa la percepción: qué es lo que veo y porqué, por eso me gusta trabajar en un tema con variaciones. La estética es importante pero muchas veces más en un segundo plano. Una obra puede ser bella o agradable de ver, pero para mí tiene que tener algo más, algo interesante que te llama la atención o que atrae tu mirada cada vez y quieres descubrir lo que te inquieta”.
Javier Martín